Motivación e inclusión, un buen binomio
“¿Por qué quieres aprender español?” (pudiendo sustituir español por cualquier otra lengua). Es una pregunta fundamental que habría que hacer a nuestros estudiantes. Todos sabemos que la motivación es fundamental para el aprendizaje (especialmente para las lenguas). Podemos pensar en la motivación como intrínseca (estudio porque me gusta) o extrínseca (estudio porque me lo piden para trabajar), podemos verla como instrumental (me sirve para encontrar trabajo) o como integrativa (estudio porque me interesa la cultura). Son todas motivaciones no excluyentes entre ellas, pero algo importante es no pensar que la motivación es solo causa del aprendizaje, también puede ser consecuencia: aprendo, se me da bien y esto me motiva a seguir. Es decir, obtener buenos resultados me motiva y hace que el esfuerzo de aprender español valga la pena y, por tanto, lo hago[1].
Establecido esto, podemos volver nuestra mirada hacia los estudios de Enzo Titone, Paolo Balboni e Fabio Caon sobre el modelo ego-dinámico. En pocas palabras, cuando el estudiante empieza a estudiar la lengua extranjera, va obteniendo una serie de resultados. Si estos resultados son congruos con lo que esperaba (si colma sus expectativas) o si los resultados hacen que el esfuerzo y tiempo invertidos merezcan la pena y, además, se disfruta de lo que se está haciendo, es decir, el resultado de la ecuación “esfuerzo, resultado y placer” es positivo para el estudiante, esto refuerza la motivación, alimenta su ego, y retroalimenta el ciclo (estoy más motivado, el esfuerzo merece más la pena, obtengo mejores resultados…).
Pues bien, ahora hacemos un nuevo giro y miramos hacia la inclusión, en modo abierto y general, de todos los estudiantes. El círculo virtuoso de la motivación y el modelo ego-dinámico es fundamental. Un estudiante con Necesidades Especiales, cualquier necesidad sea, tiene que hacer un sobre esfuerzo, su ecuación se modifica “+ esfuerzo, – resultado y placer”, y esto hace que pueda perder la motivación. Y si la motivación se pierde, el aprendizaje y la inclusión se hacen más difíciles.
La motivación se puede buscar obteniendo resultados satisfactorios, por este motivo las actividades de un manual deberían estar proyectadas de manera que puedan adaptarse a varias tipologías de alumnos. Pero también se puede motivar estimulando la curiosidad, favoreciendo la reflexión y el descubrimiento del sistema lingüístico (español o italiano), satisfacer esa curiosidad natural del ser humano hacia el descubrir nuevos saberes. O, proponiendo temas y argumentos que sean de interés para el estudiante, descubro cosas que me interesan en español (recordemos la “rule of forgetting”).
Es por este motivo que los manuales de lengua han de ser flexibles y adaptables (entre otras muchas cosas), y esto Sanoma – Lang lo sabe bien y se puede encontrar en ¡Qué Alegría! y en ¡Mucha Suerte! (en este último el que escribe tiene algo que ver...). Dos novedades de este año de las que seguramente tendremos la oportunidad de hablar.
[1] Sobre la motivación, para quien quisiera, señalamos dos obras clásicas. Gardner y Lambert, 1972, Attitudes and Motivation in Second Language Learning, Rowley, Newbury House; y Deci y Ryan, 1985, Intrinsic motivation and self-determination in human behavior, New York, Plenum.
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